
Son frecuentes las fotos de turistas cubanos al lado de la estatua del "Caballero de Paris" en La Habana Vieja y con esa misma frecuencia que las veo, practico una especie de auto trepanación. Busco entre las gavetas de mi mente y no encuentro a ese hidalgo caballero de la realeza francesa caminando por ese barrio habanero. Está bien que los extranjeros sean emboscados con estatuas de Lady Di o con la de Juanito Lenon después que despotricaron tanto de ellos, pero que sean cubanos los que caigan tan fácilmente en esas trampas.
¡Puede que sí! Puedo estar equivocado en mis apreciaciones y veinticuatro años pisando esas calles me hayan traicionado. Es posible que ese eterno gitano o nómada criollo, disfrazado de mosquetero, anduviera por las mismas aceras durante mis ausencias, todo es posible.
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Cuando el amor llega tarde es mal visto, puede ser considerado inmoral, como si los viejos no tuvieran derecho a amar o ser amados. Todo es incorrecto y hasta ridículo. No se te ocurra nunca contar un sueño, describir un rostro, cuerpo o figura. Besar es rancio, debe serlo también los labios que se besan. Babosos, dirán algunos, hasta envenenados de mal aliento. ¿Una erección? Ridículo, pecaminoso, falso, pura comedia. Así nos juzgarán a los viejos, y a los que no lo son tanto.
¿Qué desean para nosotros? La tranquilidad de un sillón asignado como cualquier trono, hasta la muerte llegue. Luego, solo unas horas después, arderá su madera como aquellos Ninots que no fueron premiados. Sobrevirá uno de ellos, después, correrá la misma suerte el día que moleste su existencia, cada viejo tiene su Falla. Un poquito más tarde, solo un poco, dichoso el que sobreviva a los dominios de ese aparatico que ha sustituído nuestros rostros, voces, sentimientos, corazones y también a la familia, seremos pocos los afortunados.
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