Así espiaba la contrainteligencia cubana de Fidel Castro a empresarios, artistas y personalidades españolas que hacían negocios en la Isla.
Les tenían las veinticuatro horas del día bajo lente. Las habitaciones de los Hoteles donde se hospedaban ya estaban preparadas con cámaras ocultas y sistemas de grabaciones. Eran órdenes del Alto Mando del Ministerio del Interior cubano que durante años estuvo espiando a políticos, empresarios y artistas, según las revelaciones de “Otto”, un ex espía cubano huido de su país y que permaneció más de un lustro a las órdenes de Raúl, un teniente coronel del Departamento 11 de la Contrainteligencia, dependiente del Ministerio del Interior. Ese Departamento tenía entre sus objetivos el control, la vigilancia y el espionaje del sector turístico, desde Agencias de Viaje hasta personas concretas relacionadas con ese mundo.
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