El vocerío del pregón se apagó y no por arte de magia. La decisión gubernamental de arreciar la represión contra todo lo que se considera ilegal en Cuba, tapó las bocas que pregonaban de puerta en puerta. Las calles quedaron en silencio.
El pregón renació a mediados de los años 90, cuando el gobierno cubano se vio precisado a conceder licencias de venta de comestibles ante la imposibilidad de satisfacer las demandas de la población. Desde el fin de siglo pasado tuvo sus altas y bajas, pero persistió. Hoy, ya no hay alternativa ante el ukase gubernamental de liquidar el mercadeo.
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