¿Quién se acuerda de los cines de barrio?. Casi todos los cines se perdieron, y quizá ya no se recuperen jamás
El cine llegó a Cuba el 15 de enero de 1897, tras el arribo a La Habana del francés Gabriel Veyré, representante de los hermanos Lumière. Se sabe que unos meses antes los habaneros y los españoles ya habían comenzado a disfrutar del quinetoscopio (el precursor del proyector de películas) desarrollado por el fotógrafo e ingeniero Dickson mientras trabajaba con el inventor Thomas Alva Edison.
Gabriel Veyré alquiló un local en Paseo del Prado, al lado del Teatro Tacón, donde montó su salón oscuro, al que llamó Cinematógrafo Lumière, con capacidad para unos ochenta espectadores. La entrada costaba "50 centavos para las personas mayores y veinte para los niños y militares sin graduación".
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