
Temerosos de que se les asociara con la amenaza comunista durante la era McCarthy en los años 50, los Rojos de Cincinnati se cambiaron oficialmente el nombre a Redlegs de Cincinnati.
Varias décadas después y tras la firma de Aroldis Chapman por $30 millones, nadie puede acusarlos de hacerle el juego a la ideología de Carlos Marx y Vladimir Lenin, sino todo lo contrario.
Chapman es el último pelotero cubano de una verdadera estampida que ha desangrado el más querido de los deportes de la mayor de las Antillas, al punto de convertir a su poderoso equipo nacional en un club destinado al fracaso.
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¿Queda en Cuba alguna instalación deportiva que funcione bien?
Desde antes de comenzar la 63 edición del evento de atletismo Memorial Barrientos, los espacios deportivos de la prensa oficialista insistían en que esta competencia sería mejor que la de años anteriores, pues la Asociación Norte-Centroamericana y del Caribe de Atletismo piensa colocar al Barrientos entre los certámenes principales de este deporte en la región para el venidero 2017.
Sin embargo, la cita que acaba de concluir en el Estadio Panamericano de La Habana dejó mucho que desear. Brillaron por su ausencia las principales figuras del atletismo cubano, en las que el país tiene depositadas sus esperanzas con vistas a las olimpiadas de Río de Janeiro. Son los casos de la garrochista Yarisley Silva, la discóbola Denia Caballero y el triplista Pedro Pablo Pichardo. El vallista Dayron Robles, reincorporado recientemente a la selección nacional, no compitió por estar lastimado, según informaron autoridades.
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