Si yo hubiera nacido en Sagua de Tánamo, no sería más guajira de lo que soy. Me gusta el olor a campo, a tierra mojada, al silencio de un sueñecito bajo un aguacatero, y la compañía de cualquier clase de animal, menos los humanos en algunos casos. Y como me preguntan siempre, por qué prefiero el campo de Cuba a la ciudad que la mayoría ansía habitar, se los voy a explicar de la única forma que sé.
En Alquízar, el domingo había una matanza de puercos, y yo estaba allí pa no perderme na del vacilón. Lo de menos era lo que iba a almorzar; la vieja Luisa, la pobre, sin yo saberlo, buscaba que darme de comer. Ella no sabe que yo no me paro a mirar nada de eso, y lo que me gusta es empaparme de lo verdadero, de la forma de ser del cubano y el corazón con que te da hasta lo que no tiene. Claro que hay hijoeputas, ¿pero de ésos pa que voy a hablar si no saco nada en concreto y me desadornan el cuento?
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