Realmente no corrían tiempos difíciles, lo adecuado es decir que el tiempo se detuvo desde hacía muchos años, no soplaba brisa alguna que refrescara el ambiente. Es como si nuestra tierra hubiera elegido el mismo destino de Macondo, no para desaparecer, pero si para transformarlo en un gigante parque temático.
Hoy cualquiera es creyente, cientos de picaros se han vestido de babalaos, y las iglesias, hay que ver como se llena de gente. Antes no era así, lo fue hasta hace muy poco, todo estaba prohibido, todo. Se requería ser muy valiente para declararse maricón, ¡vamos a dejarnos de boberías y llamar las cosas por su nombre! Maricón siempre les han llamado y para ellos así se morirán. ¿Gay, homosexual? Demasiado finas esas palabras para nuestro clima o isla, eso es ahora que tratan de embarajar y dormir a unos cuantos idiotas. No digo yo si se requería valor para declararse abiertamente chernita, todo era meticulosamente vigilado cuando existía alguna duda. Como se sentaban, como agarraban el cigarrillo, como caminaban, todo era determinante. ¡Y que no se les ocurriera hablar torcido o pestañear mucho! ¡Qué tiempos! Por eso hay tantos de ellos que hoy son padres y abuelos. No es porque fueran bisexuales, nada de eso. Los maricones valientes no tienen descendencia.
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