
"Luchar" a lo cubano, es este el popular eufemismo con el que muchos en la Isla denominan sus robos al Estado
Son las diez de una soleada mañana de mayo. Parque Martí de Guantánamo. A menos de un metro de donde estoy, un negro gigantesco, cincuentón y algo gordo, enamora a una joven mulata. De su cuello cuelga una gruesa cadena de oro con una medalla reluciente que advierto gracias a su camisa abierta. Entusiasmado, no se percata de que se le acerca otro individuo, blanco, panzudo, acompañado de sendas jovencitas. El recién llegado, que también usa una gruesa cadena dorada, le dice:
-Asere, hace rato que no te veo.
-Es que estoy en mi lucha en el almacén, bárbaro. Pero tú tampoco te dejas ver.
Leer más: Luchando a lo cubano

"Pagué las fotos de mis quince vendiendo mi pelo". El cabello largo se ha convertido en una prenda casi tan valiosa como un reloj de marca.
Las fiestas de quince años son celebraciones muy conocidas y esperadas en Cuba. La famosa serenata, el baile, el desquite y las fotos forman parte de toda una tradición de gran importancia para muchas familias. Sin embargo, el costo de unos "quince" suele ser una pesadilla financiera para los padres, que deben buscar alternativas económicas dentro de lo que representa toda una industria, costosa, en la desabastecida Cuba de hoy.
El lucrativo negocio incluye el tráfico y venta de cabello humano en el mercado negro. "Las peluquerías particulares lo pagan muy bien y al momento", comentaba Ailyn Cabrera, una joven quinceañera que dice haber costeado todas las fotos de su décimo quinto cumpleaños con lo obtenido por la venta de su pelo. "Muchas mujeres se dedican a cuidar que les crezca su cabello con tratamientos, e incluso medicamentos, para cuando esté bien largo cortarlo y venderlo. El precio por una buena porción es de 100 dólares, yo hice el contrato con la misma que me tiró las fotos; pagaría con mi pelo todo el costo de las fotos y el maquillaje", agregó Ailyn.
Leer más: Vendo mi pelo