
Una vecina dio la voz: -¡Llegó el aceite, caballeros, y lo venden por la tarde!
Obligado a salir a la calle al mediodía, sabía con certeza que no lo compraría ese día. “Tal vez mañana”, me dije. Pasaron varios días.
Al fin, el viernes me levanté temprano y fui a la bodega. Cargué con un envase de aceite vacío de una libra. Es lo que venden para dos personas hasta el mes que viene.
Cuando me coloque junto al mostrador el dependiente no estaba. El del mostrador de al lado, el carnicero, me preguntó si había comprado el pollo, aunque debió decir el muslo y el encuentro de un pollo para dos personas. Lo marcó en la cartilla. Lo pagué y lo eché en mi jaba. Ya tenía el pollo frito. Le pregunté por el dependiente del aceite. Me respondió que había salido un instante. Lo único que no precisó fue que el instante duraría 50 minutos.
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Cuba rompe relaciones con el kétchup y la mostaza
¿Regresarán los tiempos del pan con aceite y sal? Dos salsas tan baratas y básicas en el mundo entero, como el kétchup y la mostaza, para los cubanos de la Isla son un lujo. Los mas pequeños de la casa ni siquiera las conocen
Me cuenta una amiga que hace unos días quiso brindarle a su vecinito de ocho años un pan con salchicha. Al preguntarle si quería que le echara kétchup, el niño respondió que no sabía lo que era eso. "Una cosa roja que se le echa al pan", le dijo mi amiga. Pero el vecinito seguía sin saber. Intentó entonces con la mostaza, "una cosa amarilla para untarle a los panes por dentro". El niño puso cara de quien piensa, "ahora sí que ésta se volvió loca". Mi amiga, cuyo esposo trabaja en Turismo, con el tiempo había perdido la noción de que el kétchup es un lujo en una casa cubana. Creo que si le hubiera brindado unos pepinillos el muchacho habría salido corriendo.
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