
Cuando Ángel Miguel recibió aquella misteriosa llamada, lejos estaba de imaginar cuánto cambiaría su vida en las próximas 24 horas. Su historia cuenta el drama que significa entrar ilegalmente a Cuba.
La indicación fue rápida y contundente, aquella noche tendría que partir hacia Cuba en una lancha rápida, si con suerte lograban evadir la guardia costera de ambos países. No lo pensó dos veces y se enrumbó hacia los muelles de Mayport, Florida, y justo a las 4:00 de la madrugada del siguiente día, entraba ilegalmente a la isla junto a dos tripulantes de identidad desconocida.
Era la mañana del 13 de agosto de 2012 y Cuba preparaba los festejos para el 86 cumpleaños de su líder histórico, Fidel Castro. El contexto no podría ser peor, sobre todo, porque desde Estados Unidos se han enviado disímiles expediciones para realizar sabotajes contra Cuba e, incluso, con la clara intención de asesinar a los principales líderes cubanos. Así que, como era de esperar, la bienvenida no resultó ser nada placentera.
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Indudablemente, la entrada en vigor de la ley de migración cubana de 2013 ha abierto las puertas al regreso a la isla de un número considerable, aunque desconocido, de ciudadanos cubanos. Personalmente he conocido de personas que ya lo han llevado a cabo y otros que se lo siguen pensando, pero solo el hecho de tenerlo como una de las posibilidades convierte el retorno en un tema de actualidad en Cuba.
Sabemos que la ciudadanía cubana no se pierde por el hecho de emigrar. Sin embargo, la residencia en el país sí y con ella una buena parte de los derechos y ventajas que hasta el momento de la salida se poseían, algunas tan prácticas como pagar ciertos servicios en pesos cubanos (CUP) o en pesos convertibles (CUC).
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